San Francisco es conocido como el hombre que más se asemejó a Cristo. Vivió “como un hombre nuevo y de otro mundo”, como el hermano universal, como un hombre de paz y de reconciliación, como el Poverello, el amante de los pobres, el cantor de la creación. Es verdad. Pero Francisco de Asís es ante todo  un enamorado de Cristo, pobre y crucificado. Francisco no es solo un hombre que reza, sino, como dice su biógrafo Tomás de Celano, es un «hombre hecho oración». La presencia de Dios lo transfigura, hasta convertirlo en otro Cristo.

Oh, Señor, hazme un instrumento de Tu Paz .

Donde hay odio, que lleve yo el Amor.

Donde haya ofensa, que lleve yo el Perdón.

Donde haya discordia, que lleve yo la Unión.

Donde haya duda, que lleve yo la Fe.

Donde haya error, que lleve yo la Verdad.

Donde haya desesperación, que lleve yo la Alegría.

Donde haya tinieblas, que lleve yo la Luz.

Oh, Maestro, haced que yo no busque tanto ser consolado, sino consolar; ser comprendido, sino comprender; ser amado, como amar.

Porque es: Dando , que se recibe; Perdonando, que se es perdonado; Muriendo, que se resucita a la Vida Eterna.

 

Lee otras de sus oraciones, en donde repetía sin miedo, sin cansancio su amor, devoción a Dios, Jesús y la Virgen María. Leer oraciones