La labor de los cristianos es inquietar, hacer que los hombres busquen a Cristo que es bueno y rico en perdón. Ese fue el mensaje del cardenal Aós tras la lectura del evangelio del profeta Isaías.

En su homilía, el cardenal destacó que el bautismo “nos regenera y nos da vida nueva”, transformándonos en buenos samaritanos capaces de transmitir la santidad de Cristo.”En un mundo que va en tinieblas, Dios enciende una luz. En un mundo de embaucadores con promesas falsas, Dios quiere que tu seas palabra viva y verdadera. En un mundo donde hay tantos que se aprovechan de los demás o los dejan marginados al borde del camino, Dios quiere que tú seas un buen samaritano, un hermano de todos”, enfatizó.

Además, recordó a cada cristiano bautizado que en ellos “hay un regalo de Dios para la comunidad presente y para la Iglesia entera y para el mundo” y que la fe que Dios deposita en nosotros no es un regalo personal, sino que debe ser transmitida, invitando a la conversión. “Nuestra fe no son palabras o razonamientos, es el amor de Dios. El amor a Dios consiste en cumplir sus mandamientos. El que ha nacido de Dios vence al mundo”.

El cardenal invitó a los hermanos a vivir con fe y alegría el hecho de ser bautizados, “el cristiano sabe que Dios es su padre y debe proclamarlo”, dijo,  recordando las palabras mencionadas por Jesús en la orilla del Río Jordán “Tú eres mi hijo, yo me complazco en ti, yo te amo”. Finalizando su homilía elevó una plegaria a Dios para hacernos capaces de reconocer a su hijo en nuestros corazones, para así hacer el bien, proclamando la fe que queremos vivir.

Periodista: Bárbara Guerrero C.

Fuente: Comunicaciones Arzobispado